ARTE, ARQUEOLOGÍA e HISTORIA

Itinerario Histórico-didáctico por la Córdoba de la Edad Moderna

Actividad final del ciclo: Córdoba en la Edad Moderna

Domingo 6 de marzo de 2011 por Cronista: Juan Gutiérrez García

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Por la puerta de la cultura entramos en Córdoba
Sábado, 5 de marzo de 2011.
 
La Córdoba en la Edad Moderna bien merece un paseo. Y si es de la mano de Juana María Salado Santos, miel sobre hojuelas.
Haciendo honor a su apellido, nuestra joven y suficientemente preparada guía nos ha llevado con sumo gusto por la historia de Córdoba dejando un buen sabor en el espíritu curioso de más de sesenta personas.
Iniciamos nuestro recorrido en el Alcázar de los RR. Cristianos recordando cómo este edificio polivalente (función defensiva, residencia real, sede de la Inquisición, cárcel en el XIX, museo,...) es uno de los testimonios que tenemos del devenir de la ciudad como lo muestran los vestigios romanos, musulmanes y cristianos (Alfonso XI, los torreones góticos, ...).
Por otra parte, también hemos desempolvado algunas de sus puntos oscuros, tales como que:
- Hay autores que discuten la presencia de Isabel y Fernando en este alcázar, pese al mosaico y estatuas que nos muestran las conversaciones entre Colón y los Reyes a la Ley de holgazanas por la que la Reina Isabel prohibía a las mujeres cordobesas que pudieran heredar de sus maridos o al hecho de que aquí naciera una infanta.
- Este lugar fue sede del Tribunal de la Inquisición, de infeliz memoria, sobre todo, con el inquisidor Luis Rodríguez Lucero que tiene el record de condenados bajo la acusación de ser falsos conversos.
En la Puerta del Puente enlazamos con los Austrias, dedicada a Felipe II:”gloria de la Monarquía del XVI” para agradecerle su visita a Córdoba y su decisión de crear aquí las Caballerizas Reales como escuela ecuestre y centro de cría y selección de un caballo de pura raza española.
Puerta, modelo romano, con bajorrelieves que nos recuerdan a Holofernes, que hoy vemos exenta, pero que, al principio, estuvo enclavada dentro de la muralla que cercaba la ciudad. En un primer momento, sólo tuvo monumentalizada la cara de entrada, o sea, la que mira al río; posteriormente se le hizo la otra cara como se puede comprobar observando su distinta ornamentación.
El río a un lado; al otro, la mezquita y esa cosa extraña que se implanta dentro de ella: la catedral: “habéis destruido lo que era único en el mundo, y habéis puesto en su lugar lo que se puede ver en todas partes”, según parece que dijera Carlos I.
De la zona noble y religiosa a la parte del pueblo llano: La Plaza del Potro ligada a los gremios, al comercio a los viajeros, a la picaresca, “sitio de hombres de pelo en pecho” . Es una plaza de estructura cuadrangular que llegaba hasta el río con la fuente del caballo rampante y el escudo de Castilla al norte, el San Rafael de los muchos “triunfos” al sur, el Hospital (de sangre, de fachada isabelina) de la Caridad de Nuestro Señor (Biblioteca provincial, sede de la Asociación de amigos del País, Museos) al este y la Posada al oeste.
Subiendo por la calle de la Feria nos detenemos ahora para ojear el claustro de San Francisco, que no sabemos qué tiene que ver con “Plaza de tierras andaluzas”. Deténgase, por favor, y observe la escultura del rey Fernando III que hay en la portada de la Iglesia de San Francisco. Y seguimos para entrar en la Córdoba del XVII por la plaza de las Cañas con colegio de la Piedad del P. Cosme para las niñas huérfanas de aquella sociedad que se divertía con juegos semi medievales en los que los nobles competían para verse y hacerse ver.
Un paso más y ya estamos en la Corredera en la que corrió la sangre de víctimas de la Inquisición para escarmiento de los transgresores de la ley y se corrieron toros (juegos acrobáticos con estos animales) para divertimento del pueblo.
Ocurrió que en uno de estos espectáculos taurinos, 1683, se derrumbó unos de los armazones de madera y hubo muertos y heridos. Acontecimiento que aprovechó el corregidor Antonio Ronquillo Briceño para iniciar unas obras (Plaza de la Corredera, navegabilidad del río,...) que modernizaran la ciudad y reactivaran la economía en tiempos de crisis de subsistencia.
Hablando de la Corredera, sabemos que esta plaza era más pequeña que la actual; que no era rectangular; que el testero bajo, por ejemplo, se prolongaba por callejas sinuosas; que de 1683 a 1687 se da forma a la plaza; que Briceño tuvo que ir comprando las casas colindantes, aunque no lo consiguió con las de Doña Ana que, al fin, 1686, obtuvo del rey Carlos I el reconocimiento de sus derechos; que fue un espacio donde el rey se acercaba al pueblo para que éste viera quien era su Monarca; que aún se conservan la fachada manierista y los escudos de la Casa del Corregidor, hoy Mercado Municipal,...que el corregidor Briceño ni consiguió que la plaza de la Corredera se convirtiera en un gran centro comercial ni vio navegable al Guadalquivir... y que ha sido remodelada hace poco tiempo poniéndole unas farolas, unos faroles balancines y una fuente que algunos pensamos que serán muy modernas pero que no acabamos de verlas ajustadas a nuestra concepción del lugar.
Por la “(...) calle (que) mandaron facer los muy ilustres señores de Córdoba, siendo corregidor de ella el muy magnífico Sr. D. Hernán Pérez de Luján, Comendador de Alguilarejo y su alcalde Mayor el muy noble señor, el señor Bachiller Luis de Fonseca, a 24 de abril de 1537 pasamos a una zona que nuestra guía cataloga como de “zona cultural”, según parece que quería el obispo Pacheco pues en ella se encuentran dos colegios: Las Escuelas Pías de la Inmaculada, fundación de los marqueses de Guadalcázar y el Colegio de Santa Victoria creado a instancias del obispo Francisco Pacheco, S. XVIII.
Edificio, este último, con diseño de Baltasar Drevetón y dirección de Ventura Rodríguez que fue quien subsanó las dificultades que supusieron para la obra los desniveles de más de nueve metros de las calles colindantes. Destacan la cúpula circular, su portada pretenciosa y singular y sus columnas innovadoras, que nos recuerda un poco al panteón de Agripa.
Y en la zona cultural, como símbolo de nuestro objetivo, terminamos, por hoy, nuestro paseo por Córdoba.
 
 

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