ARTE, ARQUEOLOGÍA e HISTORIA

La Asociación en el Museo Histórico de Baena

Restos arqueológicos de Torreparedones

Miércoles 20 de abril de 2011 por Cronista: Juan Gutiérrez García

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La Asociación en el Museo Histórico de Baena

 

Está Vd. en la calle Santo Domingo de Henares, 5, ante una fachada herreriana. Es la de la Tercia (S. XVIII) de Baena, inservible para su uso original tras la desamortización de Mendizábal, 1841, razón por la que luego fue posada, cárcel durante la Guerra Civil de 36 – 39, biblioteca, etc.

Ayer, almacén de granos; desde la Orden de 7 de febrero de 2000, depósito de documentos (líticos en su mayor parte) que nos hablan de la historia de Baena.

Entramos y desde su patio interior de arcos de medio nos damos cuenta de que tiene tres plantas en las que están distribuidas las seis salas del Museo.

Sus vitrinas nos van mostrando, sucesivamente elementos de tradición antigua (molinos barquiformes, dientes de hoz, ...), documentos que nos dan cuenta de la demanda armamentística (punta de flechas), cerámicas propias del Bronce final incisas y digitadas, puntas de flecha de doble filo y arpón...

Nos informan de cómo eran los recintos fortificados, la mayoría cercanos a Torreparedones, en donde se han hallado las abundantes esculturas zoomorfas que podemos contemplar en este Museo entre las que destacan: el León de Baena, S. V a. C., (réplica de 1999 realizada por el artista local Francisco Ariza) que formaría parte de una tumba de alguien importante enterrado en la necrópolis del Cerro del Minguillar, así como otros felinos (los hemos visto en el Museo de BB. AA. de Córdoba), h. III- II a. C., que posiblemente estuvieran adosados a algún monumento, como lo indica que el costado derecho apenas está desbastado.

Las esculturas de Baena debieron formar parte de los pilares– estela, S. VI a. C, (de unos 2 – 3 metros de altura, un metro de ancho, cuadrados, capitel moldeado en gola, rematados por un león,... ) que son tumbas de las altas personalidades del mundo ibero. No fueron copias de modelos del natural porque los iberos no pudieron ver leones en su entorno; son creaciones de la imaginación del artista para simbolizar a los guardianes de las tumbas.

Baena y su Museo también te enseñan que hasta aquí llegó la cerámica griega con decoración de figuras rojas en cráteras y otros objetos que mostraban el lujo y el prestigio de sus poseedores.

Los hallazgos arqueológicos (cuencos para las ofrendas de luz, lámparas, altares, vasos calciformes, ex votos, cerámicas, basas, ...) aquí expuestos son noticia del mundo religioso de los iberos con sus dioses y héroes como “el Señor de los caballos” popularizado en monedas ibéricas y ex votos, sus seres supra humanos representados en figuras aladas, su divinidad femenina,... sus rituales (adivinación, sacrificios, ofrendas,...) y sus templos como el de Torreparedones a la Tanit - Dea Caelestis – Juno Lucina.

Mención especial merecen los más de 350 ex votos encontrados en Torreparedones (Sala II) que representan a figuras humanas (las femeninas, sobre todo las embarazadas, de mayor tamaño que las de los varones), estantes o sedentes (tal vez porque tenían alguna enfermedad que les impedía estar de pie), vestidas o desnudas, que portan diversos objetos. Son de pequeño tamaño, de piedra caliza (la piedra es la residencia de la divinidad), de aspecto tosco.

Son también especialmente llamativos los exvotos anatómicos (pies y piernas): de pequeño tamaño, menos una reproducción que un esquema representativo del miembro sanado en las aguas mineromedicinales de la Fuente de la Romana.

En la Sala de lo romano, creo que es la V, hay una escultura, S. I a. C – S. I d. C., acéfala de una dama vestida con túnica lisa y velo, brazos flexionados, puños apoyados sobre el vientre. Algunos la identifican con la sacerdotisa Julia Laeta. No obstante, como se encontró en una necrópolis, tal vez, sea la imagen de la persona enterrada.

Es posible que pertenezca a una estatua de Augusto, Tiberio o Claudio, primera mitad del s. I d. C., el fragmento de escultura que nos deja ver el manto que llega hasta el arranque de la pierna derecha.

En la escultura icónica femenina podemos ver al detalle cómo viste una mujer del s. IV a. C. con su calasis, estola, manto y calzado de mujer.

La thoracata, s. I d. C., de mármol blanco, casi sin piernas y sin brazos, que ya hemos visto en Torreparedones, parece hablarnos haciendo propaganda de las bondades de la Baena del ayer.

De Torreparedones son, igualmente, las piezas arquitectónicas que se muestran al curioso visitante, como son, por ejemplo, un capitel del S. IV a. C. de piedra caliza que lleva labrado el mismo tema vegetal por sus cuatro caras y otro capitel, S. I a. C. con sencilla decoración en la que destaca el cordón sogueado muy en relación con la Dea Caelestis

Si recuerdas la tumba tipo hipogeo de la necrópolis oriental, aquí tienes la reconstrucción de un columbario y sus urnas de piedra para los restos incinerados de los difuntos, en este caso, de dos miembros de la familia Pompeya que vivió en Torreparedones, Sisean y Cneo Pompeyo Afro.

Gracias a la “malsana? costumbre de pintar en la paredes hoy tenemos una información directa y veraz sobre el pasado. De ello nos dan cuenta las numerosas muestras epigráficas expuestas en este Museo.

Como es natural, no puede faltar la cerámica sigilata decorada y lisa, barnizadas y coloreadas. Hay fragmentos de todo tipo, desde lucernas hasta tapaderas, ollas (cocción de alimentos), dolias, ánforas (almacenaje de productos)... ejemplares todos encontrados en los yacimientos del término baenense.

Y ¡cómo no¡, no podía faltar una referencia al aceite de oliva cuya historia conoceremos detenidamente en el Museo del Aceite que no dejaremos de visitar.

Pero no nos vayamos aún. Entremos ahora en la Sala IV (vea que estamos siguiendo el Museo con un cierto ordenado desorden) en la que el protagonismo corresponde a las monedas; a continuación, a la Sala Temporal con los Bronces romanos presentes siempre en la vida íntima y pública de los romanos y una de las industrias más activas desde los tiempos de los romanos hasta nuestros días y, finalmente, reconozcamos a quienes han sido algo en Baena, Sala VI.

Por último, descansemos un poco en la sala de audiovisuales. Es posible que a Vd. le ocurra lo que a este cronista. Es posible que Vd. también tenga la sensación de que se rinde excesivo culto al pasado al identificarlo con la “Baena cultural”. Es posible que Vd. piense, como este cronista que ni la Semana Santa, semana de fe, puede ser declarada fiesta de interés turístico ni la “Baena cultural” se puede hacer sinónima de Torreparedones y la Historia Antigua. La “Baena cultural” es/ tiene que ser otra cosa.


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