ARTE, ARQUEOLOGÍA e HISTORIA

Juanito «El Bolero»

Jueves 24 de marzo de 2011 por José Jiménez Urbano

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JUANITO “EL BOLERO”
 
José Jiménez Urbano
 
 
Aunque poco se sabe de él, Juanito El Bolero es, a mi entender, uno de los personajes mencianos, o afincados en Doña Mencía, más pintorescos de cuantos don Juan Valera cita en su correspondencia. Hace ya mucho tiempo que tuve ocasión de leer una carta que éste escribió a su amigo el Barón de Greindli en la que le habla de nuestro protagonista. La cartaii está fechada el 27 de octubre de 1883, en Doña Mencía, donde Valera estaba pasando una temporada acompañado de sus hijos Carlos y Luis, quienes días antes se habían examinado en el Instituto de Cabra. Nuestro escritor no desaprovecha su estancia por estas tierras para tratar de sanear su maltrecha economía, y así escribe a su hermana Sofía, el 23 de septiembre de dicho año: “Aquí me tienes desde ayer, tratando de poner orden en este caudalillo y sacar de él algún dinero”iii.
Pero además de preocuparse del caudalillo, como él dice, por estas tierras se lo pasan en grande tanto el padre como los hijos, si nos atenemos a lo que cuenta a su hermana Sofía, a su amigo el Barón en la citada carta y a su también amigo Marcelino Menéndez y Pelayo: visitan Córdoba, Málaga y Sevilla; tanto en Cabra como en Doña Mencía los hijos se entretienen cazando con escopeta, red, cimbel y reclamo; contemplando la vendimia y echando globos aerostáticos de colores “con extraordinario asombro y gustosa admiración de la plebe mencieña, a cuya noticia no había llegado aún que se hiciesen globos en el mundo”iv, mientras que él, por la noche, juega al tresillo a céntimo de peseta, con el alcalde, con el escribano, con el padre cura y con el hijo del Maestro Cencias, y se regala con aguardiente de anís doble, acompañado de torticas de aceite, arrope, gachas de mosto o alguna otra golosina de por aquí.
La carta a la que me refiero al principio, que don Juan escribe al Barón de Greindl, es larguísima y por la parte que ahora nos interesa, así le cuenta: “Nuestro sibaritismo o refinamiento en los deleites es extremado. Algunas noches viene Juanito el Bolero, que es el sastre, y viene acompañado de uno que toca el clarinete y de otro que toca la vihuela, y como Juanito el Bolero es todo un artista y tiene discípulos, nos representa pasillos con la gente que trae, o bien baila, luciendo su aptitud coreográfica a par que su talento en la sastrería, pues los trajes están hechos por él y tiene cuatro: Uno de ninfo de tonelete, con el que baila la guasanga francesa; otro de oficialito militar, colorado, para el baile ingrés; otro de majo para el bolero; y otro de gitanilla para el vito. Juanito el Bolero canta también canciones y romances (accionados) pero los más son de una verdura subidísima, por lo cual no se cantan hasta que los niños se acuestan y duermen.”
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Ilustración de “Las delicias de Doña Mencía”
“Por la noche juego aquí al tresillo, a céntimo de peseta, con el alcalde, con el escribano, con el padre cura…” (Valera a De Greindl –Doña Mencía, 27 octubre 1883.)
Desde que leí por primera vez este relato sentía curiosidad por saber algo más de este Juanito el Bolero, del que sólo –aparte del sobrenombre, Bolero, que según el DRAE significa «persona que ejerce o profesa el arte de bailar el bolero o cualquier otro baile nacional de España»- se nos da la pista de que era sastre y poco más, ignorándose otros datos personales, incluso sus apellidos, por lo que no resultaba fácil seguirle el rastro. Pero, recientemente, y por mediación de la Biblioteca de Andalucía, en Granada, cayó en mis manos el libro titulado Epistolario de Valera y Menéndez Pelayov, y he aquí que me encuentro con una carta que Valera le remite a su amigo el polígrafo cántabro, entre otras que le escribe desde Doña Mencía, fechada tres años antes -el 25 de octubre de 1880- que la remitida al Barón de Greindl y en la que también le da cuenta de cómo se lo pasa en este pueblo y de las habilidades de Juanito el Bolero, incluyendo nuevos y graciosos detalles que se omiten en la otra carta. Entre otras cosas, le dice así: “Yo estoy tan flojo para todo, que lo estoy hasta para salir de aquí, y así, es probable que permanezca yo aún diez o doce días en Villabermeja, donde no lo paso mal. Por la noche tengo tertulia, donde hay tresillo, y hasta acaloradas discusiones entre los volterianos y un señor cura que nada tiene de ignorante ni de tonto.
Algunas noches he tenido además fiestas coreográficas, muy divertidas. La orquesta se componía de tres: uno que toca la flauta, otro el violín y otro la guitarra. El escenario es la sala-cuadra que se eleva más de una vara, subiendo a ella por cuatro escalones, desde una sala larga contigua, donde estamos los espectadores. Y el espectáculo nos lo proporciona principalmente Juanito el Bolero, que era bailarín de oficio, y a mi ver no malo, el cual se jubiló aquí y se casó con una que podemos calificar de ama-viuda de otro cura que hubo aquí, llamado el Padre Pedrajas. Mi tocayo Juanito es ahora sastre, pero sin olvidar ni descuidar a Terpsícore, de suerte que tiene gran vestuario: ocho vestidos o trajes completos de oficial inglés, para bailar el baile inglés; de aldeano francés Pompadour, para bailes finos franceses, de gallego, de torero andaluz, etc. Todo esto lo ha lucido en esta casa. Además de Juanito, hay en esta casa un criado ciego, pero ferozmente robusto y rijoso, que baila bailes a lo sátiro, con gestos y ademanes lascivos admirables. Tomás, que así se llamavi, canta también unas canciones singulares, que se llaman Mariquilla la Portuguesa y El regalado con...de. Aseguro a usted que esto es ameno. Algo se deja también a la improvisación. La otra noche, por ejemplo, mi administradorvii, que es muy bruto, sopló a Juanito el Bolero. Quiere decir esto que le agarró, como quien agarra una corambre, y con su boca aplicada a la boca de él, le fue rellenando de aire. Juanito se inflaba. Así que el inflador le soltó, Juanito estuvo soltando aire minuto y medio; todo por la boca, afortunadamente. Estos son chistes de por aquí.”
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Ilustración de “Las Delicias de Doña Mencía”
“Algunas noches viene Juanito el Bolero, que es el sastre, y viene acompañado de uno que toca el clarinete y de otro que toca la vihuela…” (Valera a De Greindl – Doña Mencía, 27 octubre 2883.)
Aparte de lo gracioso y anecdótico del relato, se nos ofrece aquí una pista para localizar a nuestro personaje: “se casó con una que podemos calificar de ama-viuda de otro cura que hubo aquí llamado el Padre Pedrajas”. Este Padre Pedrajas es, sin duda, don Rafael Ruiz de Pedrajas, carmelita exclaustrado, que allá por los años sesenta del siglo XIX era Ecónomo primero y Rector de la Parroquia de Doña Mencíaviii y estaba domiciliado en la calle del Pósito (la actualmente llamada de Juan Valera). Concretamente, desde 1859 a 1866 figura en los Padrones Parroquiales acompañado, entre otros, de una criada o sirvienta llamada Francisca Arroyo, cuyo nombre aparece siempre precedido por el significativo tratamiento de doña, la cual, en 1866, permanecía soltera y contaba con 42 años de edad, mientras que don Rafael Ruiz de Pedrajas tenía ya 64ix. ¿Sería ésta el ama-viuda a que hace alusión Valera? Sin duda alguna, y veamos por qué: En el Padrón Parroquial del año 1868 aparecen domiciliados en la casa nº 15 de la calle del Pósito, junto con D. Rafael Ruiz de Pedrajas, cura propio, de 66 años, D. Juan Pinel, de 38, y Dª Francisca Arroyo, de 44, casados. Consultando el libro de matrimonios correspondientex, vemos que en el año 1867, el día 22 de julio, contraen matrimonio D. Juan José Pinel y Dª Francisca Arroyo, él natural de la villa de Torre Perogil, soltero, de 38 años y de ejercicio sastre, y ella natural de Cabra y vecina de esta villa (de Doña Mencía), soltera y de 42 años. Los casó D. Rafael Ruiz de Pedrajas, Caballero de la Real y distinguida Orden Americana de Isabel la Católica. Aquí tenemos, pues, a Juanito el Bolero (sastre) casado con el ama-viuda del Padre Pedrajas y habitando en la misma casa que el cura, acompañados también de una tal doña Antonia Rojas, de 68 años y viuda, la cual se trata probablemente de la madre de Juan Pinel, pues por otros Padrones Parroquiales y por el Padrón General de Vecinos sabemos que el segundo apellido de éste era Rojas y, el de su esposa, Garridoxi.
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Ilustración de “Las Delicias de Doña Mencía”
“---O bien baila luciendo su aptitud coreográfica…” (Valera a De Greindl- Doña Mencía, 27 octubre 1883.)
Identificado, pues, nuestro personaje, digamos que Juanito El Bolero era del agrado de don Juan Valera, al cual causaba una particular gracia, por lo que éste solía recordarlo frecuentemente, según se puede constatar por otros varios textos de nuestro escritor. Así, cuando estando de Ministro de España en Lisboa, escribe con nostalgia a su amigo menciano D. Calixto de Vargas, en octubre de 1881: “Tiene usted razón en calcular que por ahora me será imposible ir por ahí a pasar con Vds. una buena temporada. Crea Vd. que lo siento, pues mi estancia en Doña Mencía se me hace siempre agradable, y las tertulias, tresillo y representaciones dramáticas y coreográficas, en que tanto brilla Juanito el Bolero, me encantan sobremaneraxii.”
 
En el verano de ese mismo año Valera decide cambiar de administrador, pues no se fía del ya mencionado Salazar, extremo que pone en conocimiento de su hermana Sofía: “He hecho, en Doña Mencía, nuevo cambio de administración, pues el que tenía, que era el de Pepe, me saqueaba de un modo atroz o era tan bruto que tenía todo aquello perdido de labores y nada me producía. Veremos si aquello se remedia.xiiiPara sustituir a Salazar nombra a un tal Adolfo Blond, conocido suyo de Madrid, el cual se traslada a Doña Mencía y, en un principio, mientras queda libre la casa de la calle Llana, propiedad de Valera, donde éste piensa darle alojamiento, se hospeda en la misma casa que Juanito el Bolero, de lo que nos enteramos por carta que don Juan escribe a su amigo menciano don Juan Moreno Güetoxiv: “Es menester, por último, que Vd. emplee su labia a fin de que el cura Roldán me deje libre la casa de la calle Llana y Blond tenga donde vivir y donde traer a su mujer, –y aquí salta una chispa de la característica guasa valeriana- con cuya ausencia presumo que andará ya algo emberrenchinado y rijoso, poniendo en grave peligro la castidad de su huésped Juanito el Bolero.” ¿Hay aquí una velada alusión a que Juanito fuera o pareciese ser de la acera de enfrente? Es posible, ¿por qué si no se habla de la castidad del huésped y no de la huéspeda? Pero eso no deja de ser secundario. Por otra parte, según el Padrón Parroquial correspondiente a dicho año de 1881, Juan Pinel vivía junto con su esposa en la casa número 18 de la calle Arriba.
 
Cuando en el otoño de 1883, después de permanecer en Doña Mencía una larga temporada, como se ha dicho al principio, Valera es nombrado Ministro Plenipotenciario en Washington, parte para América de mala gana, pues se siente triste y achacoso. Pasa por París donde se detiene unos días con su hermana Sofía. Desde París escribe al Barón de Greindl el 30 de diciembre de 1.883 y, entre otras cosas, le dice: “Aseguro a Vd. que voy muy triste y desanimado, casi arrepentido de haber tomado puesto tan lejos y con vivas saudades de Doña Mencía y Cabra. Me siento viejo y fatigadísimo y me parece locura irme a la otra banda, a mi edad, con cerca de 60 años a cuestas, a morirme quizá en tierra extraña, sin tener un amigo que me cierre los ojos. ¡Cuánto mejor estaría yo en mi tertulia menciana, jugando al tresillo con el cura y el escribano y otros, viendo bailar a mi tocayo Juanito el Bolero, y muy estimado y lisonjeado y mimado allí de todos!”xvCreo que la declaración no puede ser más elocuente ni sentida.
Basado en algunos de estos detalles típicos y sentimentales que Valera le contaba por carta, y de otros que, sin duda, anteriormente le había relatado personalmente, referidos a sus estancias y vivencias en Doña Mencía, el Barón confeccionó un álbum, con una serie de dibujos –diez, concretamente-, de los cuales dos se refieren a Juanito el Bolero, que ilustran estas páginas. El álbum, al que el Barón puso el bonito título de Las Delicias de Doña Mencía, lo recibió Valera en América, y así escribía éste a su hija Carmencita, que se encontraba en Bruselas: “Si ves al Barón de Greindl, dale mil expresiones mías, afectuosísimas. Es muy buen amigo. El álbum de Las Delicias de Doña Mencía, que me ha enviado, es un primor y me ha hecho mucha gracia.”xvi
 
Por otra parte, Juanito el Bolero –o Juan Pinet Rojas- nos consta que estaba integrado en la vida social del pueblo pues sabemos que, en abril de 1883, con motivo de la fundación de una nueva cofradía titulada de la Vera Cruz, asiste a la primera junta general de la mismaxvii. Asimismo, y tal vez por su profesión de sastre y quizá también por sus representaciones y aptitudes artísticas, parece que se codeaba con la alta sociedad del pueblo, ya que cuando se le ocurre otorgar testamento, que lo hizo junto con su esposa el 22 de abril de 1882, ante el escribano público de Doña Mencía, don Tomás Vergara Cubero, nombra por albaceas a tres personas relevantes de la vida local: los ya mencionados don Adolfo Blond Palos y don Calixto Vargas López, el primero administrador de don Juan Valera, y el segundo varias veces alcalde del pueblo, y don José León Vergara Moreno, notable hacendadoxviii.
 
Juanito el Bolero murió tempranamente, de tuberculosis, el día uno de enero de 1887, a los 53 añosxix –su esposa, Francisca Arroyo, había fallecido año y medio antesxx- sin dejar descendencia. Don Juan no tarda en recibir la noticia en Bruselas, en donde por aquel entonces se encuentra de Embajador, seguramente notificada por su confidente don Juan Moreno Güeto, quien, como se sabe, lo tenía al tanto de los acontecimientos y chismes de la actualidad local. Don Juan Valera parece impresionado cuando, por medio de carta fechada en la capital belga el 11 de enero de 1887, dice a Moreno: “Si Dios quiere iré por ahí esta primavera. Estaré en Doña Mencía unos días y charlaremos y jugaremos al tresillo.
“De veras he sentido la temprana muerte de Juanito el Bolero, cuyos bailes, cantares y relaciones tanto nos gustabanxxi.”
 
Y con esta sincera muestra de pesar que expresa Valera, damos por terminados estos breves apuntes biográficos de este personaje llamado Juanito el Bolero, los cuales, si bien pueden parecer irrelevantes, no dejan de ser curiosos y nos ilustran sobre una de las maneras de pasar el tiempo y divertirse en la Doña Mencía de aquel tiempo, de la que sin duda gozaba nuestro escritor.
 
 
 
 
 
i Barón Jules Greindl (1835-1897), diplomático belga a quien Valera conoció en Lisboa y con quien mantuvo íntima amistad y correspondencia epistolar hasta la muerte de aquél.
ii De Coster, Cyrus C., Correspondencia de don Juan Valera (1859.1905), p. 74-76, Editorial Castalia 1956.
iii Valera, Juan. Correspondencia, edición de Leonardo Romero Tobar, tomo III, p. 572, Editorial Castalia 2004.
iv Artigas Ferrando, Miguel, Epistolario de Valera y Menéndez Pelayo (1877-1905) Espasa Calpe, S.A. Madrid 1946.
p. 183. (Carta fechada en Doña Mencía el 29 de septiembre de 1883).
v Citado en nota anterior.
vi A este Tomás “el ciego” lo cita Valera en otras de sus cartas. Debe tratarse de un tal Tomás Lastres, que aparece en el Padrón Parroquial del año 1880 domiciliado, en calidad de sirviente, en la calle Vuelta del Sacramento, en la misma casa que habita el Marqués de la Paniega (don José Freuller y Alcalá Galiano) y familia, siendo su estado el de viudo y su edad de 51 años.
vii Sebastián Salazar, natural de Churriana (Málaga) por lo que otras veces le llama el Churrianero. Era también el administrador de su hermano Pepe, el Marqués de la Paniega, y estaba domiciliado, junto con su numerosa familia, en la misma casa que habitaba el Marqués, sita en la calle Vuelta del Sacramento nº 4.
viii Véase Montañés Lama, José, Bosquejo histórico de la Iglesia de Doña Mencía, publicado en el Boletín de la Real Academia de Córdoba, nº 75, 2º semestre de 1956, p. 246 y 259.
ix Archivo Parroquial de Doña Mencía (APDM), Padrones Parroquiales.
x APDM, libro de Matrimonios nº 13 f. 101 v. A veces, en algunos documentos, el apellido Pinel aparece como Pinet.
xi APDM, Padrón Parroquial de 1881 y Archivo Histórico Municipal (AHMDM), Padrón General de Vecinos del año 1882.
xii Valera, Juan, Correspondencia, op. cit. P. 340
xiii Ibídem. P. 315 (carta fechada en Lisboa el 22 de junio de 1881)
xiv AHMDM, copia mecanografiada de carta fechada en Lisboa el 24 de junio de 1881, la cual creo que, hasta el momento, permanece inédita.
xv Valera, Juan, Correspondencia, op. cit. P. 610,
xvi Galera Sánchez , Matilde, Juan Valera, Cartas a sus hijos, Publicaciones de la Excma. Diputación de Córdoba, 1991, p. 149. Carta fechada en Rockport el 21 de agosto de 1885.
Los dibujos han sido publicados por Carlos Sáenz de Tejada en su libro Juan Valera-Serafín Estébanez Calderón (1850-1858), Madrid, 1971.
Con este mismo título de Las Delicias de Doña Mencía y desarrollando extensamente el tema, mi buen amigo César Sánchez Romero, lamentablemente fallecido en fecha reciente, publicó una serie de excelentes y apasionados artículos en el periódico local El Bermejino, que comenzaron en el nº 192 correspondiente a enero de 1996, reproduciendo la totalidad de los dibujos en el nº 193.
xvii Cantero Muñoz, Antonio, “Historia de la Semana Santa de Doña Mencía. (1800-2005)”. Edita Asociación Cultural Cristo de la Columna de Doña Mencía. Año 2005, p. 148.
xviii APDM, Testamentos y Pías Causas, escritura nº 8 de fecha 5 de junio de 1885.
xix APDM, Libro de Entierros nº 15, f. 51 v.
xx APDM, Libro de Entierros nº 14, f. 144 v.
xxi AHMDM, copia mecanografiada de carta, creo que inédita.

José Jiménez Urbano

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